Han pasado décadas dejé de hablar Alemán mi voz se sumía en el desespero de los días que pasaban junto al Mediterráneo esperando tan sólo verte para indicarte que junto a mí estaba el camino. He llorado lágrimas amargas e hirientes vestido con legajos y andrajos que tapan mi mortuoria desnudez cuando la Luna reina en los confines de la noche y no se ve ni una estrella y la sangre bulle en las oscuridades de necrosis en un espanto que atraviesa las solitudes pantanosas más allá de las soledades escabrosas y siniestras del Ponto cascada donde se despeñan los infaustos. He sido cruel y malvado atacando tu corazón con insistencia más he despertado: tu hálito junto a mí en la madrugada tu mano a mi brazo agarrada: ya no será más en la queja del viento al alba el mar se lleva tu rostro a las profundidades remotas y atávicas para volver a resurgir más pura más bella más genial… y yo sin poder evitar mis descensos al infierno levanto mis cadavéricos metacarpios mientras me hundo cieno sobre cabeza y tú estás dentro del puño, Silvia.
(Gabriel)