Decae el sol anaranjado los copos esquirlas de fuego dorado la luz asaetea la oscuridad densa y los filántropos de amargura se ceban en las testas que ramplean hacia el ocaso transparente en la noche aciaga en los cantos que ya engulle el horizonte de grudo. No hay voz que nos defienda ante las estrellas que filetean agrestes avenidas hacia la conclusión del universo y la esperanza sangrienta es la descomposición contra la tierra.
AP