En el norte del limbo gaseoso de los vórtices que atan mi cerebro a la coherencia de una realidad hecha con esmero donde los hombres no cabemos. En el azur de mi mente se agitan tempestades en las cornisas y galernas en profundos mares en aluviones de desórdenes que chillan gritos y lamentos silenciosos que se desperdigan en los puntos cardinales escampando en cada palabra: locura y muerte y yo ya no puedo llorar más lágrimas diamantinas sin dejar de escupirlas y ya va siendo hora de licenciarse y enviar todo a tomar por culo.
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