En la maraña de bosques de mi espíritu hay ángeles extraviados en roturas, brumas y turbulencias. Ellos han intentado ayudarme en mi camino perdido rumbo al abismo y asoman cuando amargas lágrimas cristalinas asoman a mis ojos que amenazan desgajarme la pupila. Y gritan hundidos en las ciénagas de mi alma a las alturas: ¡Si este niño no es tampoco nosotros seremos oh Padre! Y yo maldiciendo todo los hacino pues donde había de haber un manantial hermoso perlado de sufrimiento y belleza existe una catarata de odio malvado y venganza y mi Dios que es un tirano cruel se ríe mientras cada vez más y más ángeles bajan a tirarme una mano sabiendo que los arrastraré a las profundidades de mi particular infierno.
GUILLIAN