En lo corredores al más allá había que topar con la cruda realidad después de despertar de sueños que venían de allende las órbitas giratorias de Eideen. En la noche gris las estrellas no propagarán su luz de esperanza a los mortales sino que por caminos tortuosos y sendas fangosas nos llevarán a saltar a espantosos abismos que irradiarán el lugar de acomodo para los humanos. Y ya no habrán ni roces ni caricias femeninas ni ojos seductores a los que engañar solo el cenagal donde nuestros cuerpos chapotearán y en la línea del horizonte el crepúsculo como un cerrazón de negrura tapando las grietas y mis manos despidiéndose de los astros por lo menos hasta el Retorno o para siempre jamás.
AP