Allí donde el aire se deshila en ventiscas los Átomos se desintegran en las riberas desoladas con sólo los árboles y las rocas por testigo. En los silencios que talla el norte las horas gimen y suspiran las partículas de estrella que se remontan al éter invisibles y sólo las cosas las ven. Hay capas en los ojos humanos que impiden ver los fantasmas y dimensiones aterradoras en luces siniestras y claroscuros de otros mundos que están ahí escondidos observando en clandestinidades tenebrosas y la inocencia del hombre mundano acepta la realidad que le muestra Eideen. Pero más allá de los párpados cerrados y las pupilas abiertas existen abismos que aguardan y playas con oasis a los que no tienen que volver a nacer.
APOLONIO GUILLIAN